Buena película que bebe de una de las mejores interpretaciones de la década para dejar una impresión superior a lo que realmente es, lo que en mi opinión termina convirtiéndola en una película sobrevalorada.
Debe reconocerse que la historia es interesante, muy poderosa y que en su inicio es llevada con atrevimiento, el ritmo es muy bueno y Norton está impecable, con algunas escenas que dejan atónito al espectador. La evolución del personaje hasta convertirse en el cabecilla de un grupo de jóvenes neonazis es creible y bien llevada, pero des de que el personaje ingresa en prisión poco a poco todo empieza a tambalearse, la sólidez y coherencia interna de los personajes disminuye y a partir de ese momento todo empieza a encarrilarse mediante tópicos y situaciones totalmente poralizadas, hasta un final moralizador totalmente fallido, muy efectista y que parece la excusa perfecta para hacer una oda a la moral cristiana (toda mala acción tiene su penitencia y castigo, pero eso nos hace mejores personas).
Es este final y el modo en como condiciona el último tercio de la película lo que hace que no la considere una gran película, porque esta historia tenía potencial para mucho más que para ser un mero panfleto moralizador, tenía maneras para plantear un debate sobre la propía naturaleza humana, como las situaciones extremas condicionan nuestro raciocinio, como en el fondo seguimos siendo seres instintivos y como se puede caer en los mismos errores, por graves que sean, si se dan los condicionantes adecuados, un final planteando todos estos aspectos hubiese aportado, además, una mayor coherencia interna de los personajes y posiblemente nos hubiésemos encontrado ante una obras maestra contemporánea, pero les faltó atrevimiento y pecaron de conservadores y cobardes.
En definitiva, una película muy disfrutable, intensa, con una interpretación de 10 y un tufillo final moralizador que echa para atrás, a pesar de todo, muy recomendable y casi ineludible para las charlas de cine en la sobremesa de hoy día.
Debe reconocerse que la historia es interesante, muy poderosa y que en su inicio es llevada con atrevimiento, el ritmo es muy bueno y Norton está impecable, con algunas escenas que dejan atónito al espectador. La evolución del personaje hasta convertirse en el cabecilla de un grupo de jóvenes neonazis es creible y bien llevada, pero des de que el personaje ingresa en prisión poco a poco todo empieza a tambalearse, la sólidez y coherencia interna de los personajes disminuye y a partir de ese momento todo empieza a encarrilarse mediante tópicos y situaciones totalmente poralizadas, hasta un final moralizador totalmente fallido, muy efectista y que parece la excusa perfecta para hacer una oda a la moral cristiana (toda mala acción tiene su penitencia y castigo, pero eso nos hace mejores personas).
Es este final y el modo en como condiciona el último tercio de la película lo que hace que no la considere una gran película, porque esta historia tenía potencial para mucho más que para ser un mero panfleto moralizador, tenía maneras para plantear un debate sobre la propía naturaleza humana, como las situaciones extremas condicionan nuestro raciocinio, como en el fondo seguimos siendo seres instintivos y como se puede caer en los mismos errores, por graves que sean, si se dan los condicionantes adecuados, un final planteando todos estos aspectos hubiese aportado, además, una mayor coherencia interna de los personajes y posiblemente nos hubiésemos encontrado ante una obras maestra contemporánea, pero les faltó atrevimiento y pecaron de conservadores y cobardes.
En definitiva, una película muy disfrutable, intensa, con una interpretación de 10 y un tufillo final moralizador que echa para atrás, a pesar de todo, muy recomendable y casi ineludible para las charlas de cine en la sobremesa de hoy día.
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